Seguro que has escuchado hablar de la metodología Agile y posiblemente en algún momento has estado inmerso en su concepción o desarrollo. Pero para muchos trabajadores o directivos, la metodología Agile es algo que suena distante o, incluso, desconocido, como el Lean Management.
Para saber si la metodología Agile es válida para la empresa, debemos conocer los pormenores de la misma, su base y, por qué no, su sorprendente origen.
Lo primero de todo es saber qué es esto de la metodología Agile. Se trata de un conjunto de métodos para el desarrollo de proyectos de cualquier tipo que precisan una rápida adaptación a los posibles cambios del sector y mucha flexibilidad. Esta metodología tiene la particularidad que el proyecto deja de estar considerado como un único paquete y se fragmenta en trozos más pequeños y manejables por menos personas.
De esta manera se optimiza el tiempo de trabajo de todo el equipo y permite a sus miembros especializarse en lo que mejor saben realizar. Además, si hay que hacer un cambio, éste sólo se lleva a cabo en la parte afectada y no en todo el proyecto. El manifiesto Agile surge en 2001 a partir de la reunión de directivos de diversas empresas y start-ups dedicadas, entre otros, al software, la banca, los videojuegos o internet.
Este manifiesto recoge los doce principios que los que se basa el desarrollo ágil:
La metodología se basa no sólo en la fragmentación de los proyectos para optimizar su realización, sino también la creación de grupos de trabajo multidisciplinares que seguían patrones de ejecución de los proyectos muy similares.
De esta manera, los equipos no sólo trabajan una parte del proyecto sino de que lo hacen aportando sus propias visiones y puntos de vista, aumentando la productividad.
Antes de la existencia y popularización de la metodología Agile, una empresa que desarrollaba un sistema operativo -por ejemplo-, no podía ponerlo en distribución hasta que este no estaba totalmente acabado. Si, tras el lanzamiento, este sistema operativo presentaba problemas, había que o bien lanzar parches concretos para esos problemas, o bien volver a lanzar una versión completa.
Con la metodología Agile, el proyecto está fragmentado y, si es necesario, se puede llevar a cabo una prueba en una parte concreta del sistema operativo. De esa manera, en caso de detectar un problema en una parte concreta, simplemente hay que reparar esa parte y no el todo.
Esta metodología, aplicada al ejemplo del software, permite un menor índice de problemas, mayor velocidad de reacción ante su posible aparición y la consecuente reducción de gastos.
Si, tras lo que has leído hasta ahora, crees que la metodología Agile sólo es válida para grandes empresas de software o bancos, estás muy equivocado. Esta metodología es aplicable en cualquier proyecto en una gran empresa, en una pequeña start-up de menos de 5 trabajadores o incluso por un autónomo.
Cualquier proyecto empresarial que se mueva dentro de internet, necesita encontrar el MVP (Minimum Viable Product), o lo que es lo mismo descomponer la idea en piezas hasta llegar a un producto que pueda llegar al mercado y, a partir de ahí, enriquecerlo con lo que proponen los clientes y las ideas de los empleados.
Debes tener en cuenta que no existe una única metodología, sino diferentes. Una que puede adaptarse a una startup sería la que combine un equipo scrum y sistemas Kanban de gestión del trabajo, como las herramientas Trello o Jira, que fácilmente podemos encontrar en internet.
Se trata, en definitiva, de ser capaces de crear unos nuevos flujos de trabajo que permitan optimizar el trabajo en bloques para mejorar su rendimiento y tiempos de creación. Implementar en nuestra empresa herramientas como Trello, gratuita, o Jira, más especializada, así como no tener miedo a los cambios e innovaciones que acompañan al método Agile.