La cada vez más alta competitividad del mercado obliga a las empresas a alcanzar mayores cotas de productividad para no quedarse atrás. Una tendencia que cobra fuerza es mejorar la productividad del empleado, una labor que requiere de cierta inversión inicial y cuyos frutos se recogen a largo plazo, en forma de reducción de costes y optimización de los recursos existentes.
En el mundo empresarial actual, estamos asistiendo a un incremento generalizado de la competitividad: es muy inusual que cualquier empresa, sea del sector que sea, no tenga que verse las caras con otras compañías que ofrezcan productos o servicios similares a los suyos. Se dispone, por lo tanto, un escenario de lucha feroz por las oportunidades de negocio, cuya consecuencia es un gran abanico de posibilidades para los clientes o consumidores.
Para que una empresa sobreviva en este escenario hipercompetitivo, es necesario que saque el máximo partido a sus recursos: no solo se trata de facturar más, captar más clientes o copar una cuota de mercado mayor, sino de optimizar el rendimiento de sus propios empleados.
Adoptar esta estrategia prevendrá a las empresas de las consecuencias de no alcanzar los objetivos deseados de ventas: por muy bien que se hagan las cosas, es posible que otro competidor consiga atraer a más clientes, especialmente en mercados saturados. Y todos sabemos que, en épocas de "vacas flacas", es muy tentador realizar recortes de personal para paliar la mencionada bajada de ingresos.
La inversión en productividad del empleado, en cambio, consigue potenciar y blindar el factor humano de la organización al garantizar el máximo rendimiento de la plantilla; adicionalmente, al potenciar la experiencia del empleado, se estará invirtiendo en la retención del talento, con el consabido incremento de la motivación de los trabajadores.
Un empleado es más productivo si es capaz de hacer más con menos, es decir: realizar más tareas, de forma más rápida, con la misma eficacia o más, habiendo utilizado para ello el mínimo de recursos posibles. En este sentido, la transformación digital trae consigo un nuevo paradigma en las empresas: se introduce una cultura del cambio, con nuevas herramientas tecnológicas y metodologías basadas en ellas.
En última instancia, se trata de que la empresa sea globalmente más productiva, esto es, que el uso de estas herramientas redunde en una mayor eficiencia en los procesos y una mayor racionalidad en el uso de los recursos. Como veremos a continuación, existen cada vez más herramientas de TI que se pueden orientar a mejorar la productividad del empleado.
La formación interna consiste en establecer planes docentes para que los empleados obtengan nuevas habilidades y conocimientos: en lugar de que sean ellos mismos quienes se formen por su cuenta y riesgo, es la empresa la que toma las riendas y dispone los planes de formación para capacitar a su plantilla.
En la manera tradicional de abordar las formaciones internas, los empleados se reunían en un aula con el docente, bien en horas de trabajo, bien fuera del horario laboral, y completaban cursos presenciales de capacitación; sin embargo, la escasa adaptabilidad y la elevada coordinación que se requería para concertar estos cursos podía suponer más una traba que una ayuda para el empleado.
Metodologías como el e-learning o el microlearning son idóneas para que los trabajadores completen sus itinerarios de formación, sustituyendo al modelo docente basado en aulas presenciales: mediante píldoras de información, los empleados pueden ir adquiriendo nuevas competencias a su ritmo, compaginándolo con su trabajo, y conectándose desde cualquier lugar o dispositivo.
La idea de Digital Workplace engloba tanto a las herramientas tecnológicas como a su implantación inteligente, los procedimientos asociados y los perfiles profesionales que se manejan con ellas. Pasa por utilizar racional y eficazmente los recursos tecnológicos para, en último término, ofrecer una experiencia de trabajo realmente atractiva para los empleados.
La adecuación del espacio de trabajo es un reto al que se enfrentan muchas empresas, sobre todo en lo que se refiere a herramientas digitales: como parte de la idea de transformación digital, la inclusión de nuevas tecnologías conlleva la adopción de nuevas aplicaciones de negocio y cambios en la infraestructura de TI en la organización.
Como puede deducirse fácilmente, el término "adecuación" no solo se refiere a puestos suficientemente dotados de material para realizar el trabajo, o a infraestructuras ergonómicas, bien ventiladas o iluminadas: hablamos de contar con software y hardware apropiados para el negocio, con empleados que sepan administrarlos y utilizarlos, y con procedimientos de trabajo que permitan extraer el máximo rendimiento de estas herramientas.
El concepto People Analytics guarda una enorme relación con un liderazgo eficaz, en tanto en cuanto requiere conocer todo lo posible sobre los empleados para que la propia empresa les ayude a alcanzar mayores cotas de productividad.
El objetivo de People Analytics es que la empresa pueda tomar mejores decisiones en la gestión de los empleados, es decir: servir como guía a los responsables de la organización en la tarea de liderar a sus equipos.
La idea que subyace de este concepto es la de recopilar datos sobre los empleados y dotarlos de sentido; datos como el nivel de adopción de competencias, los puntos fuertes y débiles, el tiempo que tardan en completar tareas o su grado de satisfacción y compromiso con la empresa.
En este aspecto, metodologías como big data y Business Intelligence se postulan como las tendencias tecnológicas sobre las que articular esta estrategia: big data para almacenar y recopilar ingentes cantidades de información, y Business Intelligence para encontrar las relaciones y el sentido entre los datos recabados.
Lo que se consigue con People Analytics es una base de conocimiento sobre los empleados que permite a los líderes de la empresa reforzarles en sus puntos débiles, orientarles en sus necesidades de formación o reestructurar las asignaciones de tareas.
Al mejorar la productividad del empleado, la empresa se encontrará en una posición ventajosa con respecto a sus competidores: no solo conseguirá optimizar el uso de sus recursos, sino que aumentará el compromiso de sus empleados al haberles brindado un entorno apropiado para que realicen su trabajo.
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